Para navidad, Dios nos dio algo que nadie esperaba. Fue el mejor regalo que nos pudo dar: Él mismo. El Dios que creó los cielos y te conocía antes que nacieras, se hizo un niño pequeño.
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La respuesta de Dios a los problemas del mundo, nunca ha sido las cosas materiales; en vez de darnos más cosas, nos dió a sí mismo. Dios asumió la mismísima condición que quería sanar. Dios nos dió su presencia. Dios se apareció en nuestro barrio, pueblo, ciudad, para que supiéramos quién era Dios y cual era su verdadera apariencia. Dios ahora tendría un rostro y una voz y caminó entre nosotros. El milagro de la Navidad: Dios se apareció.
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